Sobre la piel del tiempo
Uno
Cada día, cada instante, tengo un rostro distinto,
sin embargo la muerte se llevará uno sólo,
los otros se fueron sin morir,
¿pero dónde?
Chispa
Apenas una chispa del Hacedor,
eso es el hombre, apenas una chispa.
Instantes de contacto con su divina corriente de misterios
nos encienden,
luciérnagas en los bosques del Creador.
Apenas luz intermitente,
eso es el hombre,
centella en el telón celeste del Ilusionista.
Opacos y extraviados deambulamos el planeta
buscando el tablero de su luz.
Apagadas criaturas esperando la revelación,
un destello,
apenas una chispa...
Aquel beso me siguió por días,
merodeaba en mi boca cuando silenciaba,
escoraba en las cuevas cuando hablaba.
En la mañana, aún nadaba entre mis mares.
Aquel beso furtivo
fue el beso más largo de mis besos.
Desde que llegó me ha estado recorriendo.
Lo hallé un domingo acurrucado en mi espalda.
Me asustó una noche con gemidos bajo el cubrecama.
Ayer, circunstancialmente, al rozarme los muslos
lo encontré de nuevo.
Hoy, en el desayuno, junto con la miel
se deslizó en mi lengua.
Arribó despojado, solitario, sin manos y sin cuerpos,
un puente entre nuestras geografías alejadas,
una isla de labios y de piedras, en sus aguas y mis vientos...
Aquel beso furtivo,
fue el beso más solo y más largo de mis besos.
Cabalgata de luna
Sobre mi caballo se montó la luna
y la pradera celeste quedó oscura.
Mi caballo se llevó la luna
y en el hueco...
dejó un eco de galope
una sombra de nube pastoreando
un sueño desbocado
una grieta en la riela
una potranca sin jinete
un dolor de espuelas en las ancas
un relincho que hiere.
Y me amarro de las crines de cualquiera
y monto y cabalgo.
Entonces
soy la luna que monta mi caballo.
La que me lleva
Mi carne, no soy.
La carne me lleva,
soporta mis silencios y mis ruidos,
acarrea esa tristeza lánguida que soy
y no comprendo.
Los huesos articulan mis parodias
y sufren la humedad que enmohece los sueños.
Los músculos cargan el cansancio,
las desgarraduras
y al rostro le duelen todos los knock out.
La piel es el reloj que marca el tiempo vivido
y el que resta,
me señala las curvas, los abismos.
Y el corazón banderillero
bajará la bandera en mi recta final.
El cuerpo, es la casa donde anido,
allí dentro me nacieron,
allí he de vivir y he de morir, pero no soy.
Una vez que me vaya
pueden hacer con ella lo que antojen,
desde polvo de sangre a donarla en pedazos.
Yo andaré por allí, libre de tienda, gitana;